Por: Sandra Escobar
Crónicas de una periodista novata
Noticias que no venden, a nadie le interesan, historias que solo los periodistas vivimos. Una llamada el domingo, mientras lavaba mi chaleco, (había tomado unas fotos en el Río Naranjo y tenia manchas de lodo).
Al otro lado del teléfono escuché la voz de “Cristalito” un payaso que vive buscando la forma de ayudar a los demás. ¿Seño Sandra? … mañana hay un evento “social” en el basurero, me dijo, es a las nueve de la mañana, la espero. Ahí estaba yo, bajo el incesante calor en Coatepeque, pasando por el basurero, no veía a nadie del evento, así que llamé a Cristalito y me dijo “el evento se atrasó, es a las diez, venga por mi”, fuí por él a su casa, junto a YiYi, su hijo, esperamos a que diera la hora. A eso de las diez y media, varios carros, cargados con sonido, comida y otros enseres , pasaron junto a nosotros, ¡Ahí van! Me dijo Cristalito, los seguimos, él me pidió que bajara el vidrio del auto, mientras gritaba ¡vamos niños, vamos, traemos dulces y comida! ¡Todos al basurero, vamos vamos! En la orilla de la calle, pude observar como corrían tras el carro, unos jalaban a otros. Llegamos al “escenario”, una champa improvisada, que a lo lejos se ve como una isla entre la basura, olores fétidos, decenas de buitres, niños felices haciendo cola para el dulce, ese era el salón del “evento social”. Los organizadores, miembros de un grupo de iglesias evangélicas, oraron por ellos, les prometieron proyectos para su futuro. Los niños no entienden esas cosas, solo saben que hoy, mientras ayudaban a sus padres a “escoger” la basura, varios carros irrumpieron en su casa, llevaron dulces, comida, payasitos y vivieron un momento de alegría. Mañana será igual, nada cambiará. Al regreso, al subir al auto, puse el aire acondicionado, sentí el olor a lavanda del ambiental y, aunque parezca ridículo, una lágrima cayo sobre mi chaleco (limpio por cierto). ¿Quién era yo para ir a tomarles fotos, ahí en su casa, en su realidad? … No me importa la nota, no me importa el espacio; lo único que guardo es esa foto, esa que ellos accedieron a tomarse conmigo y al final del día, me apretó el alma, pero me lleno de alegría.